jueves, 29 de noviembre de 2007
Naturaleza y medida de la inflación
Naturaleza y medida de la inflación
La inflación consiste en el crecimiento generalizado y continuo de los precios de los bienes, servicios y factores productivos de un país, medido frente a un poder adquisitivo estable. La inflación implica por tanto la reducción de la capacidad adquisitiva del dinero.
Para ofrecer una medida de la inflación se pueden utilizar dos formas, las tasas de crecimiento de los precios (porcentaje en que han variado en un período de tiempo determinado) o los números índice (—porcentaje que representan los precios actuales con respecto a los vigentes en una fecha base).
Para poder medir ese aumento, se crean diferentes índices que miden el crecimiento medio porcentual de una canasta de bienes ponderada en función de lo que se quiera medir.
El índice más utilizado para medir la inflación es el "índice de precios al consumidor" o IPC, el cual indica porcentualmente la variación en el precio promedio de los bienes y servicios que adquiere un consumidor típico en dos períodos de tiempo, usando como referencia lo que se denomina en algunos países la canasta básica.
El IPC es el índice más usado, aunque no puede considerarse como una medida absoluta de la inflación porque sólo representa la variación de precios efectiva para los hogares o familias. Otro tipo de agentes económicos, como los grandes accionistas, las empresas o los gobiernos consumen bienes diferentes y, por tanto, el efecto de la inflación actúa diferente sobre ellos. Los factores de ponderación para los gastos de los hogares, o de presupuestos familiares, se obtienen mediante encuesta. En el IPC no están ponderadas ni incluidas otras transacciones de la economía como los consumos intermedios de las empresas ni las exportaciones ni los servicios financieros. No obstante, dado que no hay forma exacta de medir la inflación, el IPC (que se basa en las proporciones de consumo de la población) se considera generalmente como el índice oficial de inflación.
La inflación consiste en el crecimiento generalizado y continuo de los precios de los bienes, servicios y factores productivos de un país, medido frente a un poder adquisitivo estable. La inflación implica por tanto la reducción de la capacidad adquisitiva del dinero.
Para ofrecer una medida de la inflación se pueden utilizar dos formas, las tasas de crecimiento de los precios (porcentaje en que han variado en un período de tiempo determinado) o los números índice (—porcentaje que representan los precios actuales con respecto a los vigentes en una fecha base).
Para poder medir ese aumento, se crean diferentes índices que miden el crecimiento medio porcentual de una canasta de bienes ponderada en función de lo que se quiera medir.
El índice más utilizado para medir la inflación es el "índice de precios al consumidor" o IPC, el cual indica porcentualmente la variación en el precio promedio de los bienes y servicios que adquiere un consumidor típico en dos períodos de tiempo, usando como referencia lo que se denomina en algunos países la canasta básica.
El IPC es el índice más usado, aunque no puede considerarse como una medida absoluta de la inflación porque sólo representa la variación de precios efectiva para los hogares o familias. Otro tipo de agentes económicos, como los grandes accionistas, las empresas o los gobiernos consumen bienes diferentes y, por tanto, el efecto de la inflación actúa diferente sobre ellos. Los factores de ponderación para los gastos de los hogares, o de presupuestos familiares, se obtienen mediante encuesta. En el IPC no están ponderadas ni incluidas otras transacciones de la economía como los consumos intermedios de las empresas ni las exportaciones ni los servicios financieros. No obstante, dado que no hay forma exacta de medir la inflación, el IPC (que se basa en las proporciones de consumo de la población) se considera generalmente como el índice oficial de inflación.
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